Fondo y Forma, la Crisis del Sexenio


 

Mientras el mexicano común y corriente devora imágenes que le son dadas en la pantalla televisiva o virtual, así como papitas, palomitas, garnachas, tacos de buche, seso, y toda clase de golosinas y comida que satisfaga si voraz instinto famélico el país camina a destiempo con el resto del mundo.
El mexicano todo lo olvida y cuando quiere recordar sólo llora. Somos un país que no piensa, que actúa y responde a través de la visceralidad y todo lo resume a su estomago.
Crea héroes de papel (en revistas, periódicos y panfletos) vive vidas ajenas a través de personajes de dos nombres en tantas y tantas telenovelas que le llenan la tarde y la noche y la vida. Su mundo tiene una frontera muy precisa que empieza y termina en el umbral de la puerta de su hábitat; lo demás “le vale”. Pide a gritos que el gobierno le solucione la vida.
Y él mismo no sabe muchas veces ni qué carambas hace en este mundo en el cual pareciera tener la consigna de destruirlo.
Llego Fox y prometió el cambio y los mexicanos se dieron a la tarea de sacar al PRI de los Pinos en forma reactiva y sólo por sacarlo. Ya habían llorado a Colosio y ahora había que tener otro tipo de circo.
Fox con sus botas prometió que iba a resolver el problema de Chiapas en 15 minutos, que iba a bajar el Impuesto sobre la Renta (como si un presidente tuviera el poder de hacer a su antojo la ley tributaria) y prometió y prometió, y se casó con Martita quien se infló de poder y lo repartió con creces a su familia consanguínea, y el pueblo encantado de ver la telenovela. Las formas cambiaron , pero el fondo siguió siendo el mismo, la gente decía como justificando la impotencia o la ignorancia o la fascinación de vivir en una telenovela , “Si los otros lo hacían y ni nos dábamos cuenta” , tan lo sabemos que nos dábamos cuenta, nada más que era un estado totalitario y este gobierno prometió el cambio, y cambio sólo el color.
Antes fue “hoy, hoy , hoy” ahora es “voto por voto” seguimos siendo un país que radica todo en el estómago y poco en el pensamiento. Mientras unos han propuesto y se engolosinan con los “cambios” que no han sido sino sólo en forma , otros buscan un cambio de fondo , pero han olvidado la forma. No defiendo en absoluto las acciones que ha tomado el PRD , sin embargo habrá que ver qué hay en el fondo de esto, pues los “otros” han hecho lo que han querido con carita de yo no fui , y basándose en la forma, si se ve bonito entonces es bueno, si en la Coca cola me entrené en la mercadotecnia llego a ser Presidente, y si no se , hablo con eufemismos y construyo cascarones de oropel y me la llevo así.
La incipiente democracia de este país es así que anda dando tumbos como péndulo entre la forma y el fondo y tendrán que pasar un buen de años para que lleguemos a un centro donde la forma y el fondo se correspondan mutuamente.
Hoy corremos el peligro de estancarnos y de recurrir a “mi palabra es la ley” en cuanto a cualquier cosa que no me parezca y se inserten en el país una cadena de interminables marchas, plantones, cierres de carreteras, calles, macheteros , etc, etc, si no se toma una acción correcta y puntual. Ya a principio de sexenio los Atenqueros echaron por tierra la construcción del nuevo aeropuerto y el gobierno confundió el diálogo y con la debilidad.
Ahora bien ningún gobierno amarillo, azul, verde , rojo , etc. podrá hacer algo de fondo si los ciudadanos no ponemos de nuestra parte haciendo lo que nos corresponda más allá de imprimir una cruz en una boleta electoral.
En verdad qué pena que en este país llegó primero la televisión que la alfabetización.

2 comentarios

Archivado bajo Crítica Política

2 Respuestas a “Fondo y Forma, la Crisis del Sexenio

  1. Eduardo,Me parece muy acertado tu análisis, y como dices, ojalá y lleguemos a ese centro que tanto deseamos todos, donde se conjuguen la forma y el fondo. Haber si nos toca vivirlo, ojalá por el bien de todos!!!Maguis

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  2. Tienes razón. Lamentablemente en México hemos llegado a sentir una especie de autocomplacencia en padecer, criticar y cruzarnos de brazos (o sea: aceptar). Es algo así como «masoquismo social»

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